Agradecemos a todos los que día a día paran la oreja para saber qué andamos haciendo, a quienes asisten a nuestras convocatorias, pero sobre todo a quienes no están de paso por nuestras instalaciones sino que se comprometen en su militancia, su trabajo, sus diversos aportes, quienes siguen escribiendo la historia nuestra. El Peretz está vivo, el Peretz tiene un pasado glorioso, un presente de lucha y un futuro mejor por venir.
Acá va algo de la historia de nuestra institución, un trabajo colectivo que hicimos para el Congreso de Historia de Lanús del años pasado.
SALUDOS A TODOS Y TODAS
"Todos los hombres son hermanos" I.L. Peretz
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El
Peretz: memorias, hechos y personajes de 74 años de vida
Autor: Centro Cultural Israelita I.L. Peretz de Lanús
“Los clubes, las cooperativas,
respondían a una necesidad. La gente se encontraba acá con sus
paisanos, con el mismo idioma, con las
mismas ocupaciones… Había
gente con apetencias culturales, entonces
aquí encontraba eso. La
gente venía acá, charlaba, jugaba un partidito de dominó, tomaba un té o un
café. Y
se encontraba con gente con la que podía conversar, tenían
muchas cosas en común, y muchas penas en común” (Miguel)
Introducción
El presente trabajo se enmarca en un proceso de
reconstrucción histórica del Centro Cultural Israelita Isaac León Peretz de
Lanús. Esta iniciativa es encarada por un grupo de activistas de diferentes
generaciones que participamos de la vida institucional con inquietudes por
transmitir/conocer las memorias sobre los hechos que marcan nuestra identidad.
Con este objetivo, se han desarrollado encuentros en los que los más jóvenes consultamos
sobre el pasado a los compañeros con mayor trayectoria a la manera de
“entrevista colectiva”. Algunos de estos compañeros, destacados por su
permanencia en el activismo del Peretz, son hijos de los miembros fundadores. Este
trabajo es producto de sus relatos, sus recuerdos y memorias, sus balances,
opiniones y, en algunos casos, sus historias personales. También hacemos uso de
algunos materiales impresos en distintas épocas, como balances anuales de
actividades, informes, volantes y otras publicaciones.
Cabe aclarar que en este objetivo de poner en valor nuestra historia, nos
encontramos en una primera etapa de recopilación de testimonios y materiales
escritos. Algunos elementos de nuestra historia institucional nos vinculan a
lecturas de distintos autores que trabajan aspectos generales vinculados al
tema, pero sólo se tomarán en cuenta con el fin de contextualizar los discursos.
Por ello, la presente ponencia expresa este carácter exploratorio y resulta en
una narrativa más descriptiva que explicativa.
Los
inicios: “cuentenig”, cooperativismo y antifascismo
El ejercicio de comprender los origenes del Centro Cultural I. L. Peretz requiere
enmarcar su nacimiento en el contexto de las voluptuosas migraciones de principios
del Siglo XX. Miles de familias llegaban a distintos países de Latinoamérica
escapando de guerras, hambrunas y persecuciones. En particular, la colectividad
judía llegaba huyendo no sólo del hambre, sino también del fuerte antisemitismo
europeo y del nazismo en la Alemania de Hitler.
A diferencia de aquellos judíos que migraron a distintas provincias y que
se dedicaron a trabajar el campo, los que vinieron a la ciudad, y
particularmente a Lanús, eran mayoritariamente “cuentenig”[1]. Esta palabra en idioma idish alude a la
actividad de venta de diversos bienes casa por casa, ofreciendo el pago en
pequeñas cuotas a los clientes. Manolo, cuenta por qué fueron llegando a la
zona sur del conurbano y se hacían cuentenig:
“No venían sólos acá, siempre había algún
pariente, algún amigo, algún paisano del pueblo que se había ido antes (…) Y
los ayudaban a comprar un poco de tela, de ropa o de lo que fuera. Iban con la
bolsita casa por casa… eran timbreros, o klappers, klap quiere decir golpear las
manos (…) Paisano quiere decir que venían del mismo pueblo. Cuando alguno
quería venir, otro que ya estaba acá le escribía. Por eso hay tantos agrupados
en Lanús, porque ya había gente acá y empezó a venir más gente a Lanús. Por ahí
vas a Wilde, y no hay tal cantidad de judíos (…) El primer cementerio judío que
hubo acá data de 1913, el de Lomas”.
Con el correr del tiempo, los clientes se convertían en amigos, porque los
cuentenig ayudaban a las familias a comprar en cuotas y sin formalidades todo lo
necesario para eventos familiares como casamientos, cumpleaños o aniversarios.
Las familias invitaban a los cuentenig a estos festejos y se iba generando una
fuerte amistad. Es decir, el arribo a la ciudad de los nuevos inmigrantes
estaba íntimamente vinculado con el oficio de venta ambulante, y a partir de
éste se iba tejiendo una red de relaciones con anclaje no sólo en lo comercial
sino también en lo familiar, lo afectivo y, con la fundación de instituciones
como el Peretz, en lo artístico, deportivo e ideológico.
Tal es la imbricación entre los aspectos económicos, ideológicos y
culturales de los inmigrantes judíos en la zona, que los entrevistados relatan como
un único proceso las diferentes etapas de nuestra institución y de las
instancias de cooperación económica o de oficio entre los inmigrantes. Esta
imbricación se expresa incluso en las locaciones donde funcionaban las dos
instituciones, Centro Cultural y la Cooperativa. Cabe preguntarse por qué esta
corriente de la colectividad judía fundó cooperativas y centros culturales que,
desde la identidad judía, se abrían al resto de la comunidad. Una posible
respuesta a este interrogante tiene que ver con la realidad de la colectividad en
Europa en años de la Segunda Guerra Mundial y la orientación político
ideológica de los fundadores.
Todos
los miembros mayores de nuestra actual Comisión Directiva identifican como
antecedente inmediato de nuestra institución el “Congreso Antifascista” que se
realiza en París en el año 1937[2] , contra los falangistas y el avance político de
la figura de Hitler. El regreso de algunos compañeros y allegados, con ese
ideario de lucha contra el fascismo y el antisemitismo, y la experiencia
solidaria con la comunidad local, enmarcaron el nacimiento del Centro Cultural
Israelita I. L. Peretz, nada menos que en un aniversario del Día Internacional
de los Trabajadores, el 1º de mayo de 1940. Varias instituciones judías
fundadas por aquella época escogían el nombre de Isaac León Peretz porque fue
un escritor en idioma idish, polaco, que compuso diversas narrativas desde una
perspectiva socialista y humanista.
Manolo, refiréndose a los orígenes del
centro cultural, cuenta que los fundadores conformaron una Comisión Directiva
que funcionaba en la casa particular de uno de sus miembros, Benito Ojman, ubicada sobre la calle Salta,
en Lanús Este, y define el perfil de los primeros miembros:
“Toda esta gente que era antifascista, era de
izquierda, y muchos de ellos ya estaban en el Partido Comunista (…) El grupo de
gente que fundó la institución, en general, no eran religiosos”.
Las actividades que se realizaban por ese entonces
tenían que ver con ayudar a la gente que venía de Europa, intentar formar una
escuela judía para la enseñanza del idish y “mantenerse unidos”.
“Se querían juntar con gente como ellos, se
sentían más seguros… No se olviden de toda la historia del Holocausto, de lo
que habían pasado en Europa y lo que pasaba acá también. Porque acá no era lo
de allá, pero también había antisemitismo” (Manolo).
Vale
detenerse en el punto que sugiere la cita. Respecto al antisemitismo en
Argentina, el historiador Daniel Lvovich, refiríendose al período 1932-1943,
explica que “en los ámbitos de la salud y
la educación, en el ejército y la policía se desarrollaron distintas
manifestaciones de esta naturaleza, que resultaron toleradas por el gobierno
central. Las declaraciones y prácticas antisemitas de la policía resultaron muy
frecuentes en el período, motivadas generalmente en la asunción de la tesis del
judeobolchevismo que
identificaba a comunistas y judíos” (Lvovich; 2003: 444). El mismo autor
plantea que esta perspectiva no se sustentaba en la cantidad efectiva de
afiliados judíos al Partido Comunista, sino a una supuesta relación instrínseca
y natural entre la identidad étnica y la expresión política. De este modo, no
es de extrañar que la definición de “judío comunista”, resultaba ser un lugar
contrario a las tendencias ideológicas dominantes cristalizadas como
dispositivos ideológicos en el aparato represivo del Estado.
Luego de algunos meses de la fundación
aquel 1º de Mayo, la Institución se muda a una casa alquilada de la calle
Basalvilbaso. Aquí una vez más se expresa la íntima relación entre los oficios y
el centro cultural: la casa tenía un lugar para guardar un carro tirado por
caballos con el que el casero del Peretz transportaba distintas mercaderías por
el barrio.
Hacia 1945 el Centro Cultural empieza
a funcionar en la sede actual, O´Higgins 2061, pero en una edificación antigüa.
Se comienza a proyectar la construcción de un edificio que pudiera albergar
todas las actividades que se desarrollaban y a aquellas que querían realizarse.
En el año 1953 se coloca la piedra
fundamental de la construcción y, finalmente, en el año 1956 se inauguran las nuevas
instalaciones. Refiriéndose a los fondos necesarios para su construcción, Manolo
recuerda las palabras de Israel Zacutinsky, histórico militante de la
institución, que hablaba de los fundadores como la “generación irrepetible”:
“Esa fue la generación irrepetible (…) Había
siempre dos o tres que ponían más que los otros, pero todos ponían… y vos decís
¿pero cómo ponían? (…) Las condiciones económicas de la gente ahora, en
general, nada que ver con la de antes. Eran todos pequeños comerciantes,
cuentenig que recién llegaban, que vivían de nada. Y sin embargo la plata la
ponían, pero porque era la vida ellos”.
Es elocuente el carácter totalizador e
integral del Centro Cultural en relación a la socialización de los inmigrantes
judíos de la zona. Al mencionar, “era la vida de ellos”, Manolo deja la puerta
abierta para la comparación con nuestra sociedad actual, donde el acceso a
bienes culturales se da en forma de consumo. En otro momento de la charla, se
da este diálogo:
- Manolo: “La vida de la colectividad, como la de
otras colectividades, no transcurría como ahora. No había cines practicamente… había
cine incipiente. Teatros había, pero ya era una cosa más sofisticada. Nadie iba
de vacaciones, ni en verano ni en invierno, no había coches. Entonces la vida
transcurría en el club. Todos los viernes había función de teatro (…) y sino
había una charla, una conferencia”.
- Miguel:“Esto era como un ritual”
- Monolo: “Ese ritual se siguió durante muchos años”
- Monolo: “Ese ritual se siguió durante muchos años”
La
vida del Centro Cultural siempre estuvo acompañada por el desarrollo de
instituciones que posibilitaran una ayuda económica a los inmigrantes. Por
aquellos años se conformó la Sociedad de Préstamos sin Interés, que se sustentaba con fondos voluntarios que aportaban
los que ya estaban más asentados laboralmente y con algún ingreso estable. Los
préstamos, como indica su nombre, eran sin interés y estaban destinos a la
primera compra de productos para la venta. Luego esa Sociedad deja de
funcionar, y se conforma la Cooperativa de Créditos del Sud que otorgaba
créditos más importantes. La Cooperativa estaba conformada por casi los mismos integrantes que
el Centro Cultural y funcionaron muchos años simultaneamente. Los entrevistados
cuentan que los cargos los iban intercambiando entre las dos instituciones. La
cooperativa funcionaba primero en la hoy Avenida Hipólito Yrigoyen en un
departamento alquilado, y en los años ´60 compra el local aledaño al Centro
Cultural en la calle O´Higgins, donde hoy funciona el actual Banco Credicoop.
La construcción era similar, incluso ambos edificios se comunicaban por una
puerta. Miguel nos comenta la modalidad de trabajo de la Cooperativa:
“Los comerciantes necesitaban un crédito y no
cumplían con los requisitos como para ir a un banco. Y acá en la cooperativa
sí, porque la cooperativa no sólo tomaba en cuenta el patrimonio o la solvencia
económica patrimonial, sino tambien la calidad de las personas… ´Fulano de tal…
sí, es muy trabajador, él va a pagar´”[3].
Como vemos,
los orígenes del Peretz responden a la articulación de diversas formas de
vículos entre los miembros de la colectividad judía de la zona: una procedencia
común (mayoritariamente judíos azkenazíes que hablaban idish), padeceres y
alegrías compartidas, oficios en común, y una orientación ideológica socialista
y humanista. Con respecto a la influencia del Partido Comunista, los
entrevistados la identifican claramente aunque no la reconocen como un elemento
determinante de los orígenes y desarrollo posterior de la institución.
Las diferencias al interior de la
colectividad y el Estado de Israel
Nos
parece fundamental rechazar una mirada externa que homogeneiza a “los judíos”
construyendo un supuesto relato único sobre la comunidad judía. Al respecto, Schenkolewski-Kroll
(1993), señala que las disputas entre los diversos idearios que componen los
espacios institucionales y representativos de la vida judía en Argentina,
comienzan a fines del siglo XIX. Las instituciones Idisher Arbeiter Farain far
Guegnzaitiquer (Centro Obrero Judío de Ayuda Mutua) y el Jovevei Zión (Joven
Sión) ejemplifican la disputa entre sionistas y progresistas por ese entonces.
Para este autor, la herencia en el siglo XX de esta disputa, queda marcada con
la creación del Partido Comunista Argentino en el año 1918, y la promoción de
las llamadas “Secciones Idiomáticas” dentro del Partido, tendientes a generar
la participación de obreros inmigrantes que llegaban con el lenguaje y las
costumbres del país o región de origen. Del mismo modo que otras secciones
idiomáticas destacadas, como la italiana, la Sección Idiomática Judía del PC
(Ievsekzie), promovió la participación gremial y cultural obrera. Ariel Svarch
explica que la Ievsekzie “fue la única sección idiomática que consolidó su
propia red de escuelas complementarias, los arbeter shuln (escuelas obreras),
nucleados en la Arbeter Shul Organizatzie in Arguentine (Organización de
Escuelas Obreras en Argentina, abreviado Arbshulorg)”.
En el año
1937 se realiza el Congreso en Defensa de la Cultura Judía en la ciudad de
París, y el intelectual y periodista del periódico “Di Presse” Pinnie Katz se
presenta como representante de varias instituciones judías locales. A su
regreso Katz comenzó a trabajar para la creación de una federación de
instituciones judías que representara al sector progresista de la colectividad.
Finalmente en el año 1941 se crea la Idisher Cultur Farband (ICUF), en
castellano Federación de Entidades Culturales Judías, que logró nuclear la
mayor parte de las instituciones del progresismo, generando sedes en Córdoba,
La Plata, Rosario y Buenos Aires. Los integrantes de la vieja Sección
Idiomática, quedarían entonces enrolados en esta nueva federación. Actualmente
el ICUF se reconoce como “la expresión orgánica de una corriente de opinión y de
acción de la colectividad judeoargentina que, por sus precedentes históricos y
las condiciones socioculturales de la actualidad, se define como laica,
progresista, humanista, antifascista y antidiscriminatoria”[4].
Avanzada
la década del ´40 y con posterioridad a la resolución de la ONU de 1948 que
dispone la creación del Estado de Israel, la escisión entre sectores de la
comunidad judía se intensifica. Para Emmanuel Kahan esta escisión queda
reflejada en el enfrentamiento gráfico entre la revista “Nueva Sión”,
perteneciente al sector sionista, y el periódico “Tribuna” editado por el ICUF.
Los debates giraban en torno al rol de la comunidad judía internacional
respecto al Estado de Israel y la confrontación con regímenes autoritarios. Este tema será
central y recurrente en el ideario del Peretz de Lanús y se expresará hasta la
actualidad en diversas actividades seobre la problemática. En uno de los
volantes que distribuía la institución en 1964, figuraba el ciclo de
actividades para el mes de abril. Y una de esas actividades, era el “Gran Acto
de Repudio al Nazismo-Antisemitismo” en el que estuvo como orador el periodista
Luis Goldman del Semanario “Tribuna”. Respecto a esto, Manolo cuenta:
“En esa época
se fundó el Estado de Israel y la colectividad estaba no tan… no existía la
división tajante que vino después: sionismo-antisionismo, o comunismo
progresismo y anticomunismo o antiprogresismo o llamalo como quieras. Después
fue tajante, nosotros estábamos excomulgados de la colectividad”.
En relación al
debate que se da por esos años, resulta interesante explicitar este fragmento
de la entrevista colectiva:
- Manolo: “Los
judíos sionistas ya venían peleando por eso hacía muchos años. Incluso mucha
gente después de la guerra, durante la guerra y antes de la guerra. Así como se
venían para acá, muchos se fueron a Israel porque eran sionistas y ellos
estaban con el ideal de fundar el Estado de Israel. La gente de izquierda, como
nosotros, estábamos completamente en contra [de la emigración]. Nosotros no, nuestros padres.
Pero era la idea, si hubiéramos estado nosotros era lo mismo. Estábamos muy en
contra de eso, porque peléabamos por el socialismo, que tenía que ser una cosa
generalizada, que no tenía que haber divisiones ni de países, ni de clases
sociales”.
- Miguel: “La revolución uno la tiene que hacer
donde uno vive”
En el año 1967 se produce la Guerra de los Seis
Días y se profundizan los debates. Los miembros de la Comisión Directiva del
Peretz acuerdan en afirmar que para la institución el corte fue total, un antes
y despúes de ese suceso histórico, aunque con diferentes matices. Manolo
comenta:
“O sea, los que quedaron acá eran prácticamente
ideologicamente de izquierda, o comunistas o cercanos o que simpatizaban. Pero
siempre con esos ideales. Y los que no venían acá, eran los sionistas. Había
algunos sionistas de izquierda que no nos tenían tan mal vistos, pero eran
contrarios a nosotros cien por cien por el tema del Estado de Israel”.
Si bien no se posicionaban en contra del Estado de
Israel, estaban convencidos de que en su creación no residían las soluciones a
las problemáticas de la comunidad judía en el mundo. Carlitos opina que las
diferencias con sectores del sionismo pasaban por la “ideología proimperialista
del gobierno de Israel”.
Estos debates al interior y entre las
instituciones, y los diferentes acontecimientos históricos, se expresan en la
posición que identifica al ICUF entre otras expresiones orgánicas de la
colectividad en relación al conflicto palestino israelí: dos Estados, con
igualdad de atribuciones, para dos pueblos.
Los
encuentros y la integración con el barrio
En este apartado, nos remitiremos a mencionar
puntualmente algunas de las diversas actividades que se realizaban en la
institución. Incorporamos una fuente muy particular, producto del buen criterio
de cuatro activistas históricos: Israel, Carlos, Manolo y Miguel. Ellos
compilaron los volantes y resúmenes anuales de las actividades entre 1969 y
1989, más algunas anteriores y otras posteriores a ese período.
La primera actividad registrada en
este compendio es la celebración del
primer aniversario de la actual sede, el 21 de diciembre de 1957. Se presentó
el espectáculo “El triste fin de Aman”, una comedia de J. Sloves con cuarenta
artistas en escena y orquesta en vivo. En el volante que invitaba a la
actividad, impreso en castellano e idish, se expresaba con orgullo: “Esta
obra, por su contenido, montaje, música, canciones y humor, y la magnífica
interpretación, es un acontecimiento de gran jerarquía superior a todo lo
brindado anteriormente en Lanús”.
Por aquellos primeros años también se
realizaban los llamados “círculos de lectura” (en idish “leinkraiz”), donde se
abordaban artículos de interés que inspiraran debates y reflexiones. Miguel nos
comenta sobre los objetivos que guiaban esta primera etapa del Centro Cultural:
“La generación que creó este tipo de
instituciones, tenía como preocupación fundamental lo cultural: el salón, la
biblioteca, la escuela. Tal es así que cuando se hizo acá el nuevo edificio, se
hizo el gran salón para las fiestas, y para hacer actos, teatro, cine (…) Para
construir el escenario habían ido al IFT para asesorarse, para ver cómo es el
escenario allá, para eso trasladarlo acá. Llamaron a un pintor, Gnecco, para que haga aquí el mural (…) y fueron al
asilo de Burzaco para hacer el bosquejo de esas caras judías que después el
pintor los trasladó acá”.
Manolo comenta que en ese entonces no había discotecas y boliches,
y los bailes, como los de carnaval, se hacían en los clubes. Simón recuerda que
para una de esas fiestas de carnaval en el Centro Cultural se decoró el salón
forrándolo con cañas:
“Esas cañas las fui a buscar con Isac Rosenberg a
Villa Dominico. Y tuvimos que pagar el flete del bote. Para la ida nos alcanzó
la plata pero para volver con las cañas no. Tuvimos que cargar cuarenta
canastos de manzanas para que nos crucen con las cañas (…) Hicimos un pasillo
con cañas a los costados y luces de colores”.
Por ese entonces, ya se hacían grandes fiestas en
los clubes de barrio como Talleres, Lanús y otros de la zona. Sin embargo,
Miguel nos cuenta la particularidad de nuestra institución:
“La juventud de la colectividad, no iba al Club
Lanús mayoritariamente. Buscaba los bailes de la colectividad porque era ahí donde
iba a encontrar su pareja”.
Recuerda también, con una sonrisa irónica, que
para una parte de la colectividad judía el Peretz no cumplía con algunas
expectativas familiares:
“Venir acá era considerado peligroso porque acá
[también] venía gente que no era de la colectividad”.
Respecto a la integración de la colectividad judía
con el resto de las colectividades del barrio, Manolo explica que se fue dando
de manera natural:
“No podés tener a la gente aislada, es imposible.
Si la gente va a una Universidad, una Escuela Secundaria, una Primaria, se
junta con amigos, tiene un novio acá y un novio allá. Y los hijos de esos
matrimonios mixtos ni que hablar”
La naturalidad con la que se iba dando
la integración, se reflejaba también en el plano político y social. Carlitos
explica que en este punto, también hay una diferencia con los sectores ligados
al sionismo:
“La principal diferencia que había con los
sionistas era que cuando un muchacho concurría a una institución sionista no se
le permitía participar de ningún movimiento nacional. No podía ir a los centros
de estudiantes, se trataba de que no vaya a la Universidad, y de que no milite
en sindicatos, por qué?: ´porque vos sos judío y tenés que hacer todas las
actividades en Israel… vos acá estás provisoriamente´ (..) Y esa era la gran
diferencia que tenían con nosotros. Que nosotros participábamos en los centros
de estudiantes, en los sindicatos, en los movimientos vecinales, en todo lo que
sea la vida nacional. Había una integración”.
Sería demasiado extenso hacer un raconto de todas las
actividades que el Peretz desarrolló en estos años de vida. Sin embargo, nos
parece importante mencionar algunas de las personalidades que nos visitaron: Atahualpa Yupanqui, Marty Cosens, Ramona Galarza[5], Horacio Guaraní, Ramón Ayala, Jaime Dávalos,
Zipe Linkovsky, Victor Heredia, Cesar Isella, Jean Franco Pagliaro, José
Murillo, Raúl González Tuñón, Gregorio Selser, el fiscal Luciano Molina, Pino
Solanas, Osvaldo Pugliese, Osvaldo Bayer[6], entre otras figuras destacadas en diferentes
campos de la cultura y el pensamiento. Además, en los años sesenta funcionó
durante un tiempo el Teatro Popular de Lanús, dirigido por Ricardo Trigo (hijo).
Por
otro lado, cabe mencionar que la primera
presentación en Buenos Aires del Movimiento Nuevo Cancionero fue en este Centro
Cultural, el 22 de mayo de 1964. Oscar Matus, Armando Tejada Gomez y Mercedes
Sosa dieron un espectáculo con poesía y música, en una noche recordada con
mucha emoción por todos los compañeros que asistieron. Para celebrar los 50
años de aquella memorable presentación, el 31 de mayo pasado (2014), se realizó
un homenaje, organizado en conjunto con el Centro Cultural Tejada Gomez y la
Fundación Mercedes Sosa. En esa actividad, se le dio el nombre “Nuevo
Cancionero” a nuestro escenario.
Tomando
los resúmenes anuales de actividades, resulta elocuente la correlación positiva
que existe entre los períodos históricos de mayor participación popular y la
afluencia a las actividades del Peretz. Así, el resúmen anual del año 1973,
además de celebrar el triunfo popular en las elecciones nacionales del 11 de
marzo, también destaca: “Hemos efectuado un total de 14 actividades culturales
con una concurrencia promedio de 70 socios y amigos (recordar que en 1971 la
concurrencia promedio fue de 30 personas y en 1972 de 45 personas)[7]”.
El
proyecto educativo “icufista” y el Kinder Club
Las experiencias educativas y formativas
en el Peretz y en otras instituciones del ICUF tienen una larga trayectoria, y
acompañaron el crecimiento de cada espacio. Carolina Kaufmann (y colaboradoras)
explica que se trata de “instituciones de educación no
formal constituidas con el objetivo de atender algún aspecto del sector
educativo no formal (escuelas de idish, escuelas de verano, colonias de
vacaciones, kinder clubes) e instituciones no específicas de educación no
formal que asumieron esta tarea de modo complementario a las propias de su
objeto; por ejemplo, bibliotecas, ateneos, asociaciones culturales y
deportivas, etc.” (Kaufmann; 2008: 10). Miguel explica la modalidad educativa
del Centro Cultural:
“La escuela,
idiomática, no era para que reemplace a otras escuelas. Siempre fueron
defensores de la escuela pública. Esta escuela era complementaria con aquella”.
Según las autoras, las instituciones
judías pertenecientes al ICUF fueron herederas de la tradición idishista de las
décadas del ´20 y ´30, retomando muchos de los valores defendidos por escuelas
laicas judías preexistentes, kinders, ateneos y otros. Valores vinculados a la
solidaridad, el pacifismo, el humanismo, la cooperación y la lucha contra el
antisemitismo y toda forma de racismo.
En
nuestra institución funcionaron diferentes proyectos educativos. Como
mencionábamos al comienzo, los fundadores tenían la inquietud por la
transmisión del idioma idish. Por eso, en esos tiempos funcionó una escuela
idiomática a la cual los niños concurrían diariamente. Por esos años también
funcionaba un jardín de infantes. En el libro “No hay Devolución?” de Israel
Zacutinsky, se encuentran documentadas las palabras que la institución le hacía
llegar a los socios en momentos de creación de la escuela y el jardín, a modo
de fundamentación y explicitación de sus objetivos, en diciembre de 1957:
“Nos nutriremos (…) del mismo rico y experimentado basamento
pedagógico que sustentan las catorce escuelas con más de dos mil alumnos, a los
largo y ancho de todo el país, dependientes del Consejo Escolar del ICUF (…).
En nuestra escuela los alumnos se educarán con la más adelantada enseñanza de
neto cuño idishista y laico” (Zacutinsky,1988:25).
Es
interesante rescatar aquí una de las ideas centrales que nos identifican como
institución en nuestra labor educativa no formal: el “aprender para enseñar”.
Este principio, repetido como consigna en diversas convocatorias, está presente
en los orígenes de la escuela idiomática o “shule”. Destaca la carta enviada a
los socios en 1957:
“… ya se ha conformado una comisión provisoria de la que participan
en forma preponderante (y nosotros estamos muy orgullosos de ello), un núcleo
de padres jóvenes que en su adolescencia y juventud se educaron y actuaron en
nuestra institución. El que siembra, cosecha” (Zacutinsky,
1988:25).
Estas
iniciativas, si bien son muy recordadas, no se mantuvieron muchos años. Los
miembros mayores del Peretz concuerdan en que, debido a que muchas familias se
fueron mudando hacia la capital, y a la integración misma con toda la
comunidad, dejó de haber la cantidad de chicos para mantener la escuela en su
formato diario. Es por esto que en 1964 se emprende la transición al formato de
“Kinder Club”, donde los niños y adolescentes empiezan a concurrir
semanalmente. Con mucho afecto, Carlitos recuerda a Esther Marominsky y a Rosa
Krugliansky. Sobre esta última, comenta:
“Activista permanente del club, viuda de un obrero
textil de la fábrica Campomar, quien disponía sólo de su pensión y acá se
encargaba de apuntalar permanentemente la actividad de Kinder Club”.
También
Mari recuerda que “ella (Rosa) decía ´yo me arreglo, me compro un cuartito
de pollo y tengo para tres comidas´. Eso sí, no faltaba un solo día, tanto al
shule como al Kinder”.
Desde
aquellos días, el Kinder Club ha sido la propuesta educativa central de la
institución. Se ha ido adaptando a nuevas realidades manteniendo encendida la
llama de aquellos valores fundacionales de solidaridad, cooperación y espíritu
crítico.
Resistencias: actividades y debates
en democracia y dictadura
La institución fue atravesando
dictaduras y frágiles períodos democráticos, resistiendo como espacio político
y cultural a los intentos de censura y proscripción. El Peretz como institución,
o bien sus activistas mayores, han sufrido agresiones fascistas prácticamente
durante toda su historia, ancladas en mayores o menores márgenes de virulencia,
según las autoridades de turno. Hay que destacar que, del mismo modo, los
activistas y la institución como un todo han contado con diversas formas de
solidaridad por parte de toda la comunidad lanusense.
Los entrevistados recuerdan que con el
Golpe de Estado de Onganía aumenta la represión y le exigían al Centro Cultural
presentar los nombres de su Comisión Directiva en la Comisaría:
“Éramos siempre los mismos, para no incorporar
nuevos nombres que no tengan de dónde… O sea, el que ya estaba, estaba, pero no
meter a otros… Y bueno, un año figuraba él Presidente, el otro Secretario y el
otro Vocal, y al otro se cambiaban… Pero éramos siempre los mismos”
Durante la última dictadura
cívico-militar, las fuerzas represivas se acercaron a la institución para la
actividad en conmemoración del Levantamiento del Gueto de Varsovia[8] que se realiza todos los años hasta el día de
hoy. Manolo recuerda:
“Una vez vinieron para un acto del 19 de abril,
del levantamiento del Gueto de Varsovia. Se había puesto propaganda, habíamos
sacado unos volantes, no me acuerdo cómo era las palabras pero algo como el ‘movimiento
guerrillero’, pero hablando de Polonia. No sé quién habrá visto esos volantes y
pensaron que eran los guerrilleros de acá, porque mucho no entendían. Y cayeron
la noche que se tenía que hacer el acto, la charla. El que tenía que venir a
hablar era uno de la Capital, del movimiento[9]. Ellos cayeron justo antes de que empezara el
acto… Bueno, me tocó atenderlos a mi y les expliqué (…) Pero mucho no estaban
convencidos y se fueron. Se fueron y nosotros pensábamos que volvían. Cuando
cayó este hombre a hablar, se asustó mucho y no quiso dar la charla y se fue
(…) Igual el acto se hizo. Pero siempre nos tenían un poco en la mira”.
Sobre esa misma fecha, Yaco recuerda con una mezla
de desazón y orgullo:
“En ese acto, al final, hablé yo…”
Algunas de las actividades y charlas
que se realizaron durante la última dictadura cívico militar, tenían un fuerte
contenido político. La modalidad en la que se realizaban, expresaba el surco de
resistencia a la opresión ejercida por el gobierno de facto. Se imprimían
volantes que sólo llegaban a los socios del club por correo, se visitaban las
casas y se hacían llamadas telefónicas para invitar. Esta modalidad, hoy la
Comisión Directiva la define como “cerrada”. Sin embargo, se trataba
ciertamente de aperturas al debate, de aperturas a lo pretendidamente
prohibido, de aperturas al afuera. Algo como un “secreto a voces” como
contracara de otros “secretos a voces” de la época: los centros clandestinos,
como el Pozo de Banfield, por varios vecinos conocido, y los vecinos conociendo
o suponiendo que en el Peretz, como en otros espacios, se realizaban
actividades políticas.
Cabe
destacar que el Centro Cultural, en plena dictadura, envió un delegado al
Congreso por la Paz, realizado en mayo de 1977 en Varsovia. Concurrió el
compañero Yaco junto a otras personalidades de Lanús como Alfredo Genovesi, en
una delegación argentina de más de treinta personas.
Conclusiones
En este trabajo se han abordado
someramente algunos de los acontecimientos, debates, presencias, que marcan la
historia de “El Peretz”, como los vecinos de Lanús lo conocen.
Con respecto a los primeros años del Centro Cultural, se ha detallado que el arribo a la ciudad de los nuevos inmigrantes y
el oficio de venta casa por casa, iba tejiendo una red de relaciones con
anclaje no sólo en lo comercial sino también en lo familiar, lo afectivo y
cultural. Diferentes niveles de sociabilidad se conjugaron en aquellos tiempos
para el nacimiento del Peretz.
El desarrollo de las actividades ha estado siempre marcado por una fuerte
tradición socialista, humanista, antifascista y laica. Problemáticas como el
surgimiento y desarrollo del Estado de Israel, junto con el Estado Palestino
que aún espera a altísimos costos su reconocimiento total, han sido y siguen
siendo elementos nodales de nuestra “cultura institucional”. Desde los orígenes
se han propiciado debates no sólo sobre temáticas grandilocuentes sino sobre
libros, películas, viajes de los socios e impresiones sobre coyunturas
particulares.
El disparador de este trabajo ha sido la serie de entrevistas colectivas a
los miembros mayores, como parte de un proceso de puesta en valor de nuestra
historia. Se ha decidido reflejar aquellos tópicos que fueran surgiendo de
aquellos encuentros. Por ello, es que prácticamente no hemos llegado a abordar
actividades y sucesos de los últimos treinta años. Simplemente porque no hemos
llegado a desarrollarlos junto a los compañeros que estamos entrevistando.
Quedará para un futuro trabajo el abordaje de aquellas tres décadas tan
interesantes para la reflexión crítica, si se tiene en cuenta la vocación del
activismo del Peretz por sentar posición respecto a acontecimientos de
importancia histórica a nivel global, la consolidacion de la democracia, la
resistencia del 2001, la articulación con la CTA, el FRENAPO, la lucha contra
el ALCA, el legado de gigantes de nuestro activismo como Raquel Malaj e Israel
Zacutinsky, entre otros elementos importantes.
Los materiales de publicación propia no han sido cabalmente abordados, pero
sí se ha logrado una primera aproximación a su análisis. Remarcar esta
limitación no hace más que afirmar que queda “mucha tela para cortar” en el
abordaje de la historia de esta institución de 74 años de historia.
BIBLIOGRAFÍA
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vs. “progresistas”; una discusión registrada en las páginas de Nueva Sión en
torno de la cuestión israelí y la experiencia fascista durante el affaire
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FUENTES
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L. Peretz de Lanús.
- Zacutinsky, Israel (1988), ¿No hay Devolución?, Lanús,
Grupo Editor Mensaje.
[1] Si bien era un oficio muy difundido entre los inmigrantes judíos de
las zonas urbanas, también había artesanos, obreros, sastres, fleteros en sulqui, entre
otros oficios no profesionales.
[2][2] Si bien es recordado como “congreso antifascista” por nuestros
entrevistados, su nombre fue “Congreso en Defensa de la Cultura Judía ”.
[3] Joel Lerer solía decir
estas palabras.
[4] www.icuf.org.ar
[5] Cuenta Carlitos que esta
artista fue la madrina de la peña El Mensú que funcionó en la institución entre
1960 y 1962, aproximadamente.
[6] Presentó aquí su película
Detrás de los Cuarteles.
[7] Paréntesis en original.
[8] Fue la sublevación de los judíos del gueto
de Varsovia cuando las tropas nazifascistas comenzaron la segunda
deportación masiva hacia los campos de concentración. Ocurrió entre
el 19
de abril y duró casi un mes. Se la recuerda como el derecho a la
resistencia, a no darse por vencido ni aun vencido.